| LOS COMIENZOS DE LA PARROQUIA DEL ROSARIO (1954-1959) Testimonio de D. Ricardo García Gil Era el año 1954, el entonces Arzobispo de Zaragoza, D.Casimiro Morcillo, decidió enviar sacerdotes a las nuevas barriadas que se estaban formando en la ciudad. Yo fui el designado para venir a trabajar a La Almozara, que por entonces contaría con unos 6.000 habitantes: fui el primer cura que vine a trabajar con dedicación plena y exclusiva a este barrio. Yo entonces iba con una Lambreta. El barrio entonces acababa en la calle Juan Bautista del Mazo, ya estaba el Tiró de Pichón y había un cuartel de Pontoneros. Había unos campos de fútbol, que eran de los Escolapios, y a los que veníamos los seminaristas muchas veces a jugar. La mayoría de viviendas eran de dos pisos. Pero lo que marcaba la vida del barrio era la Central Química, que propagaba muy malos olores, y donde ya entonces luchamos mucho para conseguir que la cerraran. Las calles no estaban asfaltadas, eran de una tierra rojiza. En aquellos años no había Iglesia, y se decía la Misa todos los domingos en una capilla que había en la Central Química. Antes de hacerme cargo yo de esta celebración, la Misa la venían a decir sacerdotes de la parroquia del Portillo. En aquel entonces se encargaba de tener la llave y abrir la capilla Julio Gimenez. También celebraba Misa alguna vez en una pequeña capilla que había junto a la estación de tren, que se le llamaba capilla de los ferroviarios. Allí vivían dos o tres familias. Al venir a La Almozara ya funcionaba la escuela, y el Arzobispo me nombró director de la misma. Hice entonces una petición al Sr. Arzobispo: que me enviase un equipo de 2 religiosas de la Congregación de Santa Ana, que me ayudaran en el colegio, asumiendo clases y la catequesis. Muchas veces celebraba también la Misa dominical en la propia escuela, en el hall de entrada, debajo de las escaleras. Aunque aún no era parroquia -será en marzo de 1961 cuando se erigió como Parroquia-, ya desde que llegué, en el año 1954, hacía bautizos en la propia escuela, usando como pila bautismal una palangana. Recuerdo que conseguimos adquirir una máquina de cine, y proyectábamos cine en el patio de la escuela, haciéndose cargo de manejar la máquina de cine Francisco Arto. Esa máquina acabamos dándola para las Misiones. En esta etapa también celebrábamos Primeras Comuniones. Como aún no teníamos Iglesia, las hacíamos en la Iglesia de las Fecetas, que entonces era un convento de Carmelitas Descalzas (Monasterio de Santa Lucía), que estaba en la plaza del Ayuntamiento (hoy Plaza Europa). Todas las celebraciones importantes las hacíamos allí, menos la fiesta del barrio, que entonces eran en honor de Santo Domingo, el 4 de agosto. Otro gran recuerdo es la cabalgata que se organizaba en el barrio por parte de las mujeres de Acción Católica, en la que colaboraban los militares del cuartel de Pontoneros. Las calles entonces eran de tierra y siempre acabábamos llenos de barro.
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Pero el principal recuerdo que guardo de aquellos años es la construcción de la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, que supuso un gran reto para todos. Se incluyó en lo que se llamó la campaña del adobe, en la que se construyeron hasta 12 nuevas iglesias en las zonas periféricas de la ciudad. En un principio sólo se construyó lo que hoy es la nave central. Pero ante las peticiones que hicimos de que se hiciera con más capacidad, pues ya se veía que el barrio iba a crecer mucho en el futuro, se añadió el pasillo lateral que hay detrás de las columnas. La construcción de la Iglesia duró dos años, terminándose en al año 1957. Se inauguró en el mes de mayo con la celebración de unas Primeras Comuniones. Hubo familias que regalaron diversos objetos de ornamentación, como el Via Crucis, el Cristo que hoy hace de retablo, etc. Pero merece especial mención como se adquirió el Sagrario. Una persona moribunda tuvo el deseo, antes de morir, de regalar a la Iglesia, que entonces aún no se había terminado, un Sagrario Nuevo. Le dijo a su mujer, desde la cama en que yacía enfermo grave: “ve con el P. Ricardo a la tienda de Belloso y comprad el mejor Sagrario que haya”. Así lo hicimos, y cuando el enfermo vio el Sagrario, se emocionó, lo llenó de besos, y cinco días después moriría. En el trabajo pastoral de la nueva Iglesia me ayudó un Pasionista, el P. José. Había entonces en el barrio mucha población gitana, y me tocó trabajar pastoralmente mucho con ellos. Pero en febrero de 1959 me destinaban a otra parroquia, teniendo que esperar a marzo de 1961 para que se erigiera como Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, por eso, hasta ese año el archivo parroquial está en el Portillo, parroquia a la que entonces pertenecía el barrio de La Almozara. |